El trastorno depresivo mayor (TDM) es un trastorno del estado de ánimo caracterizado por una sensación persistente de tristeza profunda, una notable disminución en la capacidad de la persona para responder emocionalmente a situaciones que normalmente generarían una fuerte reacción emocional, lo que se conoce como indiferencia afectiva. No se trata simplemente de “sentirse triste” ocasionalmente, sino de un padecimiento que interfiere de forma notable con la vida diaria, el rendimiento laboral y las relaciones personales.
Entre sus características principales destacan la dificultad para concentrarse o tomar decisiones, alteraciones del apetito y el sueño (pudiendo variar desde exceso hasta déficit), fatiga o falta de energía, sentimientos de inutilidad o culpa y, en casos más graves, pensamientos recurrentes de muerte o suicidio. Estos síntomas suelen mantenerse durante al menos dos semanas, aunque pueden prolongarse durante meses o incluso años. Debido a su impacto en la salud integral, la atención profesional y el apoyo adecuado son fundamentales en el abordaje y tratamiento del trastorno depresivo mayor.
Debido a la gravedad de los síntomas, la depresión mayor puede ser muy incapacitante, afectando de manera significativa tanto la funcionalidad como el bienestar de la persona. Las recaídas y la cronicidad del trastorno son comunes, lo que se asocia con un mayor riesgo de morbilidad y mortalidad, y una reducción en la esperanza de vida que oscila entre los 7 y los 10 años.
La prevalencia de la depresión mayor en la población general se estima entre el 10% y el 20%, y a lo largo de la vida, entre el 15% y el 20%. Este trastorno afecta más a las mujeres, a las personas solteras y a aquellas con niveles educativos más bajos.
Enfoque Clínico y Diagnóstico
El diagnóstico del Trastorno Depresivo Mayor debe basarse en una entrevista clínica exhaustiva con el paciente y sus familiares. A diferencia de otros trastornos mentales, las pruebas complementarias no son muy útiles para el diagnóstico.
Tratamiento del Trastorno Depresivo Mayor
El tratamiento de la depresión mayor se enfoca principalmente en el uso de medicamentos antidepresivos, como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), los antidepresivos tricíclicos y los inhibidores de la recaptación de norepinefrina (ISRN). Estos tratamientos muestran mejores resultados cuando se combinan con psicoterapia cognitivo-conductual y psicoeducación. Es fundamental adaptar el tratamiento a las características específicas de cada paciente para obtener los mejores resultados.
En casos donde la depresión es resistente a los tratamientos convencionales, puede ser necesario recurrir a terapias como la Estimulación Magnética Transcraneal (EMT) o la Terapia Electroconvulsiva (TEC) para lograr una recuperación clínica. Estas terapias han demostrado ser efectivas y seguras, especialmente en pacientes que no responden a los tratamientos tradicionales.
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